Puerto de Sitges - Aiguadolç
Quería que este fuera el primer post de mi blog de fotografía porque es un sitio muy especial para mí, y ahora sabréis el porqué.



Hace poco más de un año me hablaron de un puerto que era muy bonito y que para ir habían unas curvas, y que mejor manera de descubrir nuevos lugares que ir con la moto y hacer una pequeña ruta.

Así fue, cogí la moto y me fui para allí. Empecé a sacar fotografías y me fascinó el lugar, los colores, la tranquilidad que había... poder capturar con mi móvil ese paisaje que me aportó una tranquilidad y felicidad que acababa de descubrir. Empecé a andar por dentro del puerto y no podía dejar de mirar a los barcos, al mar, los animales que me iba encontrando, esas calles tan bonitas... e ir fotografiando todo lo que me sorprendía.
Me senté en un banco frente a los barcos, y simplemente me enamoré de ese ambiente, los colores, el sonido... tan solo me relajé y admiraba la naturaleza.
Ahí empezó mi afición por los puertos, el mar, la fotografía acompañada por una ruta, y desde entonces no he parado.
Como los atardeceres y amaneceres para mí son el color y el momento más bonito del día, decidí ir al puerto a esas horas, no solo para captarlos con la camara, sinó para disfrutarlos, para contemplarlos en persona. Me iba muchas tardes para relajarme, para ver ese cielo, si habían nubes, si se vería limpio... cada atardecer es diferente y por eso no me canso de verlos una y otra vez.
Un día, decidí ir a ver el amanecer, tan solo hace unos meses, me levanté sobre las 5 de la mañana para ver la salida del sol ya que no la había visto todavía en ese puerto. Me costó levantarme, pero pensaba en las curvas, en la salida del sol, y que eso valdría la pena. Y así fue, cogí la camara, el casco y me fuí a por la moto, algo precioso, que repetería una y otra vez.
(Publicación de intagram)
Levantarse a las 5am, desayunar y con ganas de volver a la cama a descansar. Pensar en las fotografías que haría y las curvas del camino. Coger la camara, el casco y a la moto. Hacer las curvas de buena mañana, todo oscuro y viendo el mar en calma. Llegar al puerto, sacar la camara y empezar a hacer fotos. Poco a poco iba apareciendo la luz del sol por detrás de las montañas, las fotografías más increíbles. Esos colores de la salida del sol que me dejan embobada cada vez que lo veo, el mar tranquilo, las nubes y el reflejo de la luz del sol, los barcos amarrados y los mástiles haciendo un pequeño sonido al moverse por la brisa marina. La tranquilidad que se respiraba, el poder estar pensando y fotografiando sin ruidos... Valía la pena haberse levantado e ir a ver esa escena tan increíble como es la salida del sol al puerto que siempre me enamora.
Y por todo eso y más, ese puerto es muy especial para mí.